¿Te pasa que comés una lechuga y tenés que ir corriendo al baño? Si bien no sos un león y no podés comer solamente carne, tampoco sos una vaca y no podés comer solamente pasto.
Tu sistema digestivo no tiene la capacidad de digerir fibra. Pero sí tus bacterias. Ellas son las encargadas de convertir una porción de la fibra que comés en ácidos grasos de cadena corta, con efectos beneficiosos ampliamente probados.
DILEMA: si no tenés suficiente cantidad y variedad de bacterias, esa fibra no procesada va a irritar tus intestinos y será expulsada rápidamente: DIARREA. Pero si no consumís fibra, las bacterias que tengas se van a comer la mucosa que recubre tu pared intestinal porque no tienen otro alimento, produciendo inflamación y toxicidad en la sangre.
Si comés poca o ninguna fibra, te hace mal. Pero si comés mucha fibra, también!
Ese exceso de fibra produce fermentación, irritación de la pared intestinal, inflamación y gases, porque por más bacterias beneficiosas que tengas, no llegan a procesar todo eso! Y eso da lugar al desarrollo de bacterias perjudiciales.
ENTONCES: si la fibra te cae mal, primero tenés que repoblar tu microbiota, con alimentos fermentados, probióticos y muy pequeñas cantidades de fibra hasta que logres la adaptación.
Si la fibra no te cae mal, procurá darle la cantidad suficiente a tus intestinos como para mantener una evacuación diaria acorde al nivel 4 de la escala de Bristol que te mostré hace unas publicaciones.
¿Qué cosas NO TIENEN FIBRA? Carnes, huevos y lácteos.
¿En dónde SÍ HAY FIBRA? En todo lo demás, pero mientras 100 grs de arroz blanco tienen 0,4 grs de fibra, 100 grs de kale 3,6 grs (9 veces más) y las legumbres cocidas ya aportan 10 o 12 grs.
Un consumo menor a 15 grs diarios y uno mayor a 50 grs diarios parecerían ser causantes de problemas, y una cantidad bien variada de fibras también es importante (no siempre la misma fuente).
Come fibra (pero no mucha). Y si querés saber más del tema, te cuento sobre mi curso de salud intestinal.