La epidemia más grande y preocupante no es una gripe: es la obesidad, que se ha TRIPLICADO a nivel mundial desde 1975 a la fecha. Estamos hablando probablemente de más del 30% de la población, con una incidencia cada vez mayor en niños y adolescentes.
Evidentemente y observando las estadísticas, las estrategias propuestas y utilizadas por el sistema de salud son poco más que inútiles, por lo que no podemos fiarnos para nada (como en tantos otros temas) de la corriente oficial en cuánto a cómo se hace para estar en forma.
El conocimiento es poder, y obviamente, hay muchos intereses movilizándose para que te mantengas débil. La cuestión de las calorías está absolutamente mal enfocada, hace perder de vista lo que realmente importa, y termina generando actitudes obsesivas, angustiosas e inútiles.
Comprender el funcionamiento del metabolismo, de las hormonas, de la digestión, cosas que deberían enseñarnos en la escuela en vez de hacernos memorizar los ríos de Europa, son la clave para mantener una buena salud.
¿Rápido y en un párrafo? Más alimentación nutricionalmente densa: proteínas, grasas, alimentos ricos en vitaminas y minerales; menos carbohidratos, sobre todo refinados; cero productos industrializados; y finalmente, sueño, sol y movimiento. Ya está. Dependiendo de cada persona, regular un poco más o un poco menos de cada una de estas cosas es suficiente para estar en forma.
Y si querés saber más y tenés ganas de leerte 169 páginas, mi libro está disponible en digital y papel en todo el mundo a través de este enlace.