Comencemos por definir ¿Qué es el colesterol?
Se trata de un lípido (grasa) presente en todo el cuerpo. Lo producen el hígado y el intestino delgado. ¡SÍ, LO PRODUCE TU PROPIO CUERPO! Una parte circula por la sangre, el resto lo captan las células, ya que es esencial para la membrana plasmática (que regula la entrada y salida de sustancias en las células), para la producción de hormonas (la Vitamina D incluida) y los ácidos biliaries del intestino. Si no tenés una buena cantidad de colesterol, tus órganos se deterioran, y las células se vuelven permeables a moléculas solubles en agua que podrían afectar su normal funcionamiento. La membrana celular debe ser fuerte, pero a la vez flexible, ya que se si es demasiado rígida, tampoco permite el correcto intercambio de sustancias con el medio.
El colesterol en números
El colesterol compone:
- El 50% de las glándulas suprarrenales
- El 20% del cerebro
- El 10% de los pulmones
- El 10% del corazón
Además, la leche materna contiene 15mg de colesterol cada 100 ml.
¿Seguís pensando que el colesterol es malo para tu salud?
¿Por qué la gente se preocupa cuando está elevado?
Muchos estudios observacionales (es decir, aquéllos en los que se hace un seguimiento sobre una cierta población sobre un determinado tiempo) encontraron la siguiente relación: las personas con niveles más altos de colesterol (sobre todo LDL) coincidían con las personas que tenían problemas cardíacos. Pero no se tuvo en cuenta que esas personas también tenían sobrepeso, diabetes, eran sedentarias, estaban estresadas, etc.
Por otro lado, el sitio web http://www.thincs.org/ reúne a un montón de médicos, bioquímicos y científicos de todo el mundo que piensan todo lo contrario, y que presentan sendas pruebas de que no hay relación entre las enfermedades coronarias y el colesterol elevado o la ingesta de colesterol. Entonces, ¿quién tiene razón? ¿Qué es lo que te impulsa a darle razón a un estudio u a otro? Como pasa con tantos temas hoy en día, hay una “voz oficial”, bancada por medios y políticos, y una voz disidente que tiende a ser ignorada o ridiculizada.
Pero si los “outsiders” o disidentes te asustan, sigamos con la línea de los “estudios científicos serios”, te cuento: un estudio del British Medical Journal arriba a la siguiente conclusión:
El alto nivel de LDL-C está inversamente asociado con la mortalidad en la mayoría de las personas mayores de 60 años. Este hallazgo es inconsistente con la hipótesis del colesterol (es decir, que el colesterol, particularmente el LDL-C, es inherentemente aterogénico). Dado que las personas mayores con un LDL-C alto viven tanto o más tiempo que las que tienen un LDL-C bajo, nuestro análisis proporciona una razón para cuestionar la validez de la hipótesis del colesterol. Además, nuestro estudio proporciona el fundamento para una reevaluación de las pautas que recomiendan la reducción farmacológica del LDL-C en los ancianos como un componente de las estrategias de prevención de enfermedades cardiovasculares
https://bmjopen.bmj.com/content/6/6/e010401.full
¿Por qué aumenta el colesterol en la sangre?
Ahora, si aún así te preocupa tener el colesterol elevado y quisieras mantenerlo por debajo de 240, te cuento cuáles son las dos causas principales de su aumento:
RAZÓN N° 1: Stress: cuando vivís constantemente bajo presión (un trabajo que no te gusta, una situación familiar que te pone mal, exceso de estímulos audiovisuales, estar rumiando todo el día pensamientos negativos) tu cuerpo, que no distingue realidad de proyección mental, se prepara para atacar/huir. ¿Y qué es lo que hace? Engorda la sangre para tener mayor presión y llevar más nutrientes a los músculos. Aumenta la glucosa y la grasa en la sangre y ahí está el resultado.
RAZÓN N° 2: Contrariamente de lo que se piensa, una de las PRINCIPALES CAUSAS del elevado colesterol en sangre es una ALIMENTACIÓN BAJA EN GRASAS de calidad. ¿QUÉ? Sí, las grasas demasiado saturadas (trans) y los aceites industriales endurecen la membrana celular. La señalización en tu cuerpo indica que hay que reparar membrana celular, y pone colesterol en circulación para remediar esta situación.
Pero como el fritolim de las milanesas o la vegetalina de los churros no son parte de nuestra evolución, el cuerpo no está preparado para arreglar esas cosas: la membrana está endurecida, el colesterol no puede actuar correctamente y queda circulando en la sangre, hasta que es capturado por las células adiposas (grasa corporal) o vuelve al hígado.
Si el hígado se satura, se vuelve graso. Si hay arterias dañadas (endurecidas por tabaquismo, exceso de cloruro de sodio, etc.) el colesterol puede anclarse en esas “heridas” y acumularse hasta formar una placa. Esto reduce el espacio por el que la sangre circula, y el corazón tiene que bombear con más fuerza, elevando la presión arterial.
Si una de estas placas se desprende, se convierte en un coágulo que viaja hasta obstruir una arteria más pequeña, provocando un accidente vascular.
El malo y el bueno
La grasa metabolizada en el intestino va al hígado en lipoproteínas de alta densidad, lo que conocés como colesterol bueno (HDL, por sus siglas en inglés para High Density Lipoprotein).
El hígado las distribuye en las de baja densidad (LDL, Low Density Lipoprotein, conocido como colesterol malo) hacia las células, y como te conté antes, si no son recibidas quedan circulando por la sangre hasta que las células adiposas las atrapan, o vuelven al hígado. Es por esto que se llama “malo” al LDL: su presencia en valores elevados significa que las células no lo están absorbiendo correctamente.
¿Y los triglicéridos?
Son eslabones de ácidos grasos (AG) que se enganchan de a tres sobre una molécula de glicerol, para formar la “grasa”. Pueden tener un grado mayor o menor de saturación de hidrógeno. Si hay demanda de energía se combustionan (hola cetosis!), si no, se almacenan (hola rollitos!).
Su abundancia en la sangre es por excesos, desequilibrios e ingesta de carbohidratos refinados.
Tanto el colesterol como los triglicéridos son transportados por lipoproteínas de baja densisdad (LDL) y por eso hay relación entre ambos tipos de grasa.
Se denomina ácidos grasos saturados (o grasas saturadas) a aquellas que tienen enlaces de carbono ocupados por átomos de hidrógeno.
Los ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico u Ω9) son aquellos que tienen un solo enlace libre. Estos ácidos grasos no son esenciales (es decir, pueden producirse dentro del cuerpo), son estables y el cuerpo los utiliza para generar energía.
Los ácidos grasos esenciales (poliinsaturados, aquellos que deben ingerirse porque el cuerpo no los produce), son el linolénico (Ω3) y linoléico (Ω6). El número indica a partir de qué átomo están libres los enlaces de carbono. Son inestables y sensibles a la oxidación.
El cuerpo los utiliza en la construcción del cerebro, el sistema nervioso, el inmunológico y el hormonal.
Dentro del acido linolénico, encontramos dos aún más esenciales: DHA (doicosahexanoico) y EPA (eicosapentanoico) que no se obtienen de fuentes vegetales, sólo de alimentos de origen animal. Son esenciales para el desarrollo del cerebro, para la vista y para otras funciones fundamentales. Incluso, teorías más nuevas, considera que en realidad el omega 3 es importante en cuanto es fuente de estos dos, y no por otro motivo.
Podés encontrarlos en las semillas, frutos secos y aceites de primera presión en frío, así como en pescados, carnes de animales criados a pasto y en la yema del huevo.
Desequilibrio
La relación ideal que deberías consumir es de 4:1 entre Ω3 y Ω6. Pero la ingesta de carne de animales criados a maíz y soja (muy ricos en Ω6), junto con aceites vegetales (de maíz, de canola, de soja, de girasol) ha hecho que se desproporcione esta relación, además de la cantidad de productos industrializados que también consumís y tienen exceso de grasas saturadas y de omega 6 por el gran uso de soja y maíz para reemplazar a otras grasas más saludables que se usaban anteriormente.
Por eso es tan importante fomentar la cría de animales a pasto, en espacios abiertos, y elegir este tipo de productos a la hora de comer carnes, huevos y lácteos.
Conclusión
¿Qué hacer entonces? ¿A quién hacerle caso? Lo cierto es que si una persona sufre del corazón, y analizamos su dieta, vamos a encontrar LDL elevado y consumo de grasas saturadas. Pero también podemos a encontrar LDL elevado y consumo de grasas saturadas en otra persona de la misma edad, pero sana. La diferencia va a estar en que la persona que enfermó, además comía basura: un montón de productos industrializados, que vienen de una fábrica, mientras que la persona sana comía alimentos reales que vienen del campo y del mar. También es muy probable que la primera persona tuviera una vida sedentaria y estresante al mismo tiempo, mientras que el segundo tuviera una vida con movimiento, aire libre y un estrés normal. Quizás ambas personas mueran el mismo día y a la misma hora, pero su calidad de vida y su consciencia van a haber sido muy diferentes.
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