¿Cómo revertir la anemia en forma natural? (3era parte)

Y aquí seguimos, tratando de descifrar por qué tenemos menos hemoglobina que la necesaria para vivir de manera saludable, y cómo revertir esta situación. En las entregas anteriores hablamos de la vitamina C como agente fijador del hierro, y de la clorofila como un suplemento natural que permite aumentar los niveles de hemoglobina.

Del hierro en sí, no hay mucho que decir: sabemos de sobra que las fuentes vegetales del mismo son las lentejas y las espinacas, como para incorporarlas semanalmente, y también tenemos frutos secos como almendras y avellanas, o cereales como la avena, y además el perejil que contiene hierro y vitamina C que como vimos anteriormente, permite su absorción. Los suplementos de este mineral son de muy difícil absorción por lo que no son lo más recomendable.

Así que hoy te cuento sobre otros dos factores que están muy relacionados con la anemia: la carencia de vitamina B9 y la carencia de vitamina B12

Una vitamina que falta en los vegetarianos

Lo primero que te dicen cuando te volvés vegetariano es que te va a faltar la vitamina B12 y que sólo está presente en las carnes y no hay otros medios de obtenerla. Si bien esto no es cierto, sí lo es que la obtención por medios vegetales es un tanto más dificultosa. La vitamina B12 es obtenida por el ganado a partir de la tierra que comen junto con el pasto. En los intestinos, las bacterias presentes en la tierra permiten desarrollar la vitamina B12, que pasa a la sangre y de allí a la carne. Nuestros primos lejanos los monos, también necesitan vitamina B12, y la obtienen al comer frutas y semillas sin lavar. Cuando eventualmente intuyen una carencia de este nutriente, recurren a la cropofagia, hábito que no es recomendable desarrollar en los humanos. Nosotros podemos acceder a la vitamina B12 de la misma forma (la cropofagia no, la otra): comiendo vegetales, orgánicos por supuesto, sin lavar. Nos hemos vuelto muy asépticos con la comida, todo tiene que ser meticulosamente lavado y desinfectado para no agarrarnos el cólera ni otras enfermedades, pero en esta pulcritud lograda por occidente nos estamos perdiendo de las bacterias beneficiosas que podrían proporcionarnos buenas dosis de vitamina B12. El querido Dr. Díaz Walker decía que una maceta por familia bastaba para cubrir la ingesta de B12 de todo un año.

Tampoco es que vamos a vivir comiendo tierra, no señor, pero si tenés acceso a vegetales orgánicos de tu huerta sin lavar, es un golazo. Por supuesto que también podés recurrir a otras fuentes, como el huevo, un alimento casi perfecto, o quesos y yogur (ya escribiré sobre los tan cuestionados lácteos en un próximo artículo). Algas, hongos y fermentados como la salsa de soja y el miso son escasas fuentes de B12 también. Ojo con los suplementos: la vitamina B12, llamada cobalamina por su presencia de cobalto, se adquiere como cianocobalamina en los suplementos (leé con atención todo lo que venga fortificado y vas ver). El ciano viene de cianuro, y sí, cuando se metaboliza en tu cuerpo está liberando pequeñísimas cantidades de cianuro en tu sistema circulatorio, y si como yo viste pelis de espías durante los 80’s y 90’s, ya sabés lo que hace el cianuro.

La vitamina del embarazo

La vitamina B9, llamada comúnmente ácido fólico -pero en realidad es folato-, es fundamental para el desarrollo del feto, y por eso se la ha incluido a la fuerza en muchísimos productos tan comunes como la harina de trigo para evitar que países como el nuestro figuren en los listados de desnutrición de la UNICEF y sean sancionados -no es que a nadie le importe la nutrición de nuestros niños. Con esto ocurre otro tanto: al ser sintetizada en laboratorio su calidad es muy cuestionable así como también sus efectos (el folato va directo a la sangre, el ácido fólico debe sintetizarse en el hígado y no resulta muy bien en un alto porcentaje, llegando incluso a ser antagonista del verdadero folato). 

La vitamina B9 en forma natural se encuentra en las legumbres, sobre todo el poroto mung, del cual 100grs aportan el 40% de la ingesta diaria recomendada (IDR). También está presente en vegetales de hojas verdes, cereales integrales, germen de trigo, bananas y paltas

Conclusión

Si venís siguiendo esta serie de artículos te habrás dado cuenta de que podés seguir una dieta vegetariaa sin volverte anémic@: sólo es cuestión de analizar y reorganizar tu dieta para incorporar aquellos alimentos que cubran tus necesidades fisiológicas. Si ya estás anémic@, lo que podés hacer es pedir al médico un análisis exhaustivo para encontrar su origen: si es falta de hierro, de alguna de las vitaminas, o si se trata de una enfermedad congénita (en ese caso va a ser un poco más difícil regularla sólo con la alimentación, pero no imposible). De esta manera, detectado el problema, será mucho más fácil solucionarlo